«La Pascua de los Discípulos»: Carta Pastoral del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid

Pilar Algarate 17 de Abril de 2024

En una carta pastoral dedicada especialmente a los laicos, el cardenal propone volver a la Palabra de Dios para contemplar todo lo que ha hecho por nosotros, redescubrir el Bautismo y valorar las vocaciones en la Iglesia.

Con la finalización de la Octava de Pascua y en anticipación de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, ha dirigido una carta pastoral a los fieles de Madrid, titulada ‘La Pascua de los discípulos’. En ella, invita a reflexionar sobre el momento actual que vive la Iglesia y a llevar esa reflexión a los órganos sinodales en desarrollo, como consejos, coordinadoras de pastoral o delegaciones. La carta ofrece orientaciones que preparan para acoger las directrices de los próximos cursos, estableciendo las bases de la identidad como discípulos.

El arzobispo explica que la Pascua es un tiempo para escuchar la Palabra de Dios. En la Vigilia Pascual «fuimos leyendo en la Biblia todo lo que Dios ha hecho por nosotros». Un Dios que «no nos somete, nos libera; no nos obliga, nos ama; no nos quita nada ni nos priva de nada bueno, nos hace grandes regalos».  La Pascua también es descrita como un momento para “entrar en la corriente salvadora del Amor” de un Dios que «pone todo su empeño en buscar a los pobres, los excluidos, los pecadores […] y en identificarse con ellos».

Además, «cada Pascua es un tiempo nuevo, una ocasión para renacer de nuevo y sacar de la fuente del Bautismo el agua nueva para cada momento de la vida». Por el Bautismo, «los que nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte y a su gloria», y este Bautismo «nos coloca en una vocación».  El Espíritu Santo nos guía para descubrir y vivir esa vocación.

El cardenal José Cobo anima a los fieles a abrirse a redescubrir la vocación laical y ahondar en ella, destacando la entidad propia y singular del laicado desde el Bautismo. La carta insta a reflexionar sobre cómo vivir la fe en las realidades temporales como la familia, el trabajo, la política, la cultura y la sociedad, enfatizando el papel fundamental de los laicos en la evangelización y transformación social según el Evangelio.

Siendo testigos del paso del Resucitado por la vida de cada uno y acogiendo «de forma renovada el Bautismo que recibimos», el arzobispo de Madrid anima en «esta etapa de la vida diocesana» a «abrirnos de forma especial a redescubrir» la vocación laical y «ahondar» en ella. En este sentido, subraya que «el laicado tiene una entidad propia y singular desde el mismo Bautismo, y así queremos acogerlo y ver qué consecuencias tiene en la vida de las parroquias y las comunidades».

Preguntas para la reflexión

Tras introducir la cuestión de la llamada laical, el cardenal Cobo abre un segundo gran bloque en el que, siguiendo el hilo conductor de la carta, invita a la reflexión personal y en grupo. Propone acudir a la constitución Lumen gentium proclamada en el Concilio Vaticano II, pero también a otros documentos como el decreto Apostolicam actuositatem y la exhortación apostólica Christifideles laici.

Todos ellos «subrayan que los laicos son llamados a vivir su fe en las realidades temporales, como son la familia, el trabajo, la política, la cultura y la sociedad en general». «Su papel es fundamental — enfatiza el cardenal José Cobo — para la evangelización y la transformación de las estructuras sociales a la luz del Evangelio». El arzobispo de Madrid recalca que «ser cristiano es ser ungido como Cristo» y «en estos momentos concretos de la vida de la Iglesia en Madrid, creo que profundizar en este aspecto es prioritario».

Es cierto, apunta, que «todos somos llamados, pero no para ir en solitario». Guiados y sostenido por Cristo, la Iglesia es el Pueblo de Dios, «un pueblo en marcha, una comunidad viva, activa» que no se «agota en nuestras comunidades cristianas o parroquias». «La diócesis es la comunidad eclesial básica de comunión», apostilla. El caminar de la Iglesia es «en sinodalidad», siendo discípulos misioneros para «ofrecer a todos la noticia de Jesús». Así, la Cincuentena Pascual es momento propicio para acudir a los Hechos de los Apóstoles y a esa «incesante actividad misionera» de la Iglesia primitiva «que la hacía crecer y asimilarse poco a poco a la vida y presencia de Cristo».

El cardenal Cobo concluye en este punto algunas preguntas, entre ellas «¿cómo ayudar desde mi vida cristiana a que nuestra diócesis responda a la misión que Cristo le da?» o «¿cuáles son los grupos o personas del barrio o a mi alrededor más necesitados del anuncio de la Buena Noticia de Jesús?».

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